La antigua iglesia era pequeña y de construcción arcaica, por lo que los sacerdotes querían reconstruirla para ampliar su extensión y para ello prepararon ladrillos para comenzar la obra, pero se dieron cuenta de que eran inadecuados para construir la iglesia. El Arcipreste Juan Al-Shuwaili al enterarse de la decisión de los sacerdotes se entristeció y se fue a casa orar pidiendo a la Virgen María que interviniera.
Entonces, la Virgen María se apareció en una visión consolando su corazón y llevándolo a la iglesia le dijo -“Este es mi lugar de descanso para siempre”. Luego, la Virgen le dio el diseño de la nueva iglesia y lo condujo hasta el frontis para mostrarle el lugar en donde poner los primeros ladrillos para construir la iglesia y desapareció.
Y de ese modo fue que trajeron obreros para comenzar a excavar en este lugar y allí mismo el padre Juan glorificó y agradeció al Señor por las grandes bendiciones que les había otorgado.