Los árboles son símbolo de vida, y por lo tanto, están relacionados con Jesucristo, lo que indica que Él es el Dios Creador y la fuente de vida, y por tal motivo, existen numerosos milagros asociados a los árboles en más de un lugar durante el transcurso del viaje de la Sagrada Familia en Egipto.
El milagro del árbol de María
La Sagrada Familia al pasar por la zona de Al-Matariya se sentaron para descansar debajo la sombra de un árbol con la necesidad de beber agua, en ese momento, el niño comenzó a jugar con los pies en el suelo y en ese preciso lugar brotó un manantial con agua dulce y fresca con la que consiguieron aplacar su sed. En aquel sitio, la Virgen lavó la ropa del niño y, el agua con la que lavó la ropa, la vertió en el suelo; de allí surgió y creció una planta aromática de agradable fragancia; esta es la planta que se conoce como bálsamo o saúco.
En la actualidad, aún existe este árbol y se encuentra ubicado en el distrito de Al-Matariya y se conoce como el “Árbol de María”. Los historiadores cuentan acerca de este árbol lo siguiente: “Los soldados franceses liderados y dirigidos por el general francés Jean Baptiste Kléber, quien asumiera el gobierno de Egipto después de Napoleón y luego de vencer a los ejércitos turcos en la batalla de Ain Shams se detuvieron en su camino al encontrarse con el Árbol de María. Los soldados escribieron sus nombres en las ramas con el filo de sus lanzas y espadas. Además, cuando algunos de ellos se lavaron con el agua del pozo, las heridas en sus ojos sanaron, así como también de diversas enfermedades. Los soldados registraron su gratitud a Dios por la gracia del favor que se les había concedido mediante la bendición del Árbol de María y el agua del pozo.
Además, se cuenta que: “Llegaron hoy a la sombra de un árbol sicómoro llamado Matariya del que el Señor Jesús hiciera brotar un manantial de agua dulce y en donde Santa María lavó su atuendo. El bálsamo producido por el lugar proviene de la exudación emanada de las extremidades del Niño Jesús”. Esta historia coincide con ciertas fuentes históricas reconocidas.
El milagro de la creación del Árbol de María y la resurrección de un muerto en la ciudad de Belbeis
La tradición cuenta que durante la travesía la Sagrada Familia por la ciudad de Belbeis se refugió debajo de la sombra un árbol, que luego sería conocido como el “Árbol de María”. Hasta ahora, los musulmanes entierran a sus seres queridos alrededor de este árbol como si esperasen recibir sus bendiciones. Se dice que, cuando los soldados de Napoleón (1769-1821) pasaron por Belbeis quisieron cortar el árbol para procurar la madera necesaria para cocinar sus suministros. Sin embargo, al primer golpe de hacha el Árbol comenzó a emanar sangre, por lo que los soldados aterrorizados no se atrevieron a golpearlo nuevamente. Después de tal asombroso hecho, los soldados recibieron las bendiciones del Árbol y escribieron sus nombres en sus ramas. Además, algunos de ellos escribieron que fueron curados de conjuntivitis y que su visión fue nítida después de darse cuenta de que podían ser sanados por este bendecido Árbol.
El sermón del sacerdote Abba Zakharias relata: “Mientras la Sagrada Familia estaba en la ciudad de Belbeis, El Niño Jesús se encontró con un grupo de personas celebrando un funeral en el momento en que llevaban a enterrar el cuerpo. Los restos mortales eran de un hijo único, cuya madre viuda era habitante de la ciudad. Entonces, sucedió que el Señor Jesucristo se acercó al féretro diciendo -“Levántate, a ti te digo”; y el niño se levantó y dijo -“Este es el verdadero Salvador del mundo, quien vino encarnado mediante la Virgen María”. Cuando la multitud presente escuchó al niño resucitado quedó atónita con lo que acababan de presenciar; y así fue que creyeron en el Señor Jesucristo, Gloria a Él.
El milagro de un campo de sandías que maduró antes de tiempo
La Sagrada Familia estaba en el sur de la ciudad de El Cairo dirigiéndose a la zona de Maadi, que en la actualidad abarca, principalmente, la zona de Al-Ezbawiya. En la travesía se enteraron de que los soldados del rey Herodes se encontraban cerca, noticia por la que se sintieron atemorizados y muy ansiosos; sin embargo, el Divino Niño les dijo unas palabras para apaciguar sus temores. Al continuar su camino divisaron un suelo agrícola, en el que encontraron al campesino dueño del lugar aún sembrando semillas de sandía. Entonces, la Santa María Virgen se acercó al hombre y le dijo que “Su campo maduraría con la bendición del Señor Jesucristo”, luego la familia prosiguió su camino. Ciertamente, debido a la bendición concedida por el Señor Jesucristo, el campo de sandías maduró en un periodo menor al tiempo de la cosecha, que es entre noventa y cien días. Los soldados del rey Herodes venían muy cerca detrás de los pasos la Sagrada Familia y al pasar por el verde campo colmado de rebosantes sandías se dirigieron al dueño de la dehesa y le preguntaron si había visto pasar por allí a la Familia, él les respondió que habían pasado por allí cuando era tiempo de sembrar las semillas de sandía. Cuando los soldados observaron al campo vieron que las sandías ya habían madurado, por lo que pensaron que la Sagrada Familia había pasado por allí hacía mucho tiempo, no menos de dos o tres meses, por lo que se dieron la vuelta y se retiraron del lugar.
La noticia de este asombroso acontecimiento se difundió entre los egipcios y se convirtió en un proverbio por la milagrosa habilidad que nadie posee: “Golpearé el suelo y saldrá una sandía”. (Este proverbio que continúa circulando sin que muchos sepan cuál su verdadero origen).
La “Iglesia de la Virgen María de Al-Ezbawiya” en la ciudad de El Cairo fue construida en el mismo lugar en donde estaba situado este campo de sandías. La Iglesia está afiliada al Monasterio de Al-Suryan. El pozo del que bebiera la Sagrada Familia que aún se encuentra allí.
El Árbol en la ciudad de Ashmunayn y el Árbol devoto
El historiador de la iglesia cristiana Salaminio Hermias Sozomeno en sus escritos menciona que en Ashmunayn existe un árbol llamado Persia, un tipo de árbol de laurel, y se dice que procede del árbol ficus. Asimismo, estos escritos señalan el momento en que Jesucristo se acercó a la puerta de la ciudad de Ashmunayn, el árbol se inclinó hasta tocar el suelo a pesar de su altura. Se dice que muchas personas, después de tal suceso fueron sanadas a través de sus bendecidas hojas.
En el siglo XII el sacerdote e historiador Abu Al-Makarim mencionó que en el patio de la Iglesia de la Virgen de Ashmunayn había un árbol de origen sirio que se inclinó cuando Jesús se acercó a él. Además, señaló que un gobernante tuvo la intención de cortarlo. Sin embargo, el papa Agatón (trigésimo noveno Patriarca entre los años 658 y 677) se situó de pie debajo del citado árbol en el instante en que una persona venía a cortarlo con un hacha, y al momento de dar el primer golpe, la herramienta saltó en la cara del hombre, hecho por el cual, el gobernante decidió no cortar este árbol por la sorprendente circunstancia acontecida. En 1887 una misión francesa de arqueólogos encontró unos manuscritos en Ashmunayn que confirmaron esta narración.
El papa Teófilo (vigésimo tercer patriarca entre los años 384 y 412) en su sermón sobre el árbol sicómoro menciona que: “Se inclinó en Ashmunayn y el Señor Jesús le habló: “No tendrás plagas ni insectos en ti para siempre sino que serás un testimonio, una señal para todos y un recordatorio de Mi Venida a esta ciudad.”
Además, el sacerdote Anba Kyriakos en su sermón señaló que: “El Niño Jesús había plantado tres varas que se convirtieron en bendecidos árboles como recordatorio de su llegada a Bahnasa”.